“No voy a referirme a los epítetos que me endilga”
MUCHOS de los lectores de este diario habrán leído la carta que el hijo de Carlos Lleras Restrepo dirigió al Director con ocasión de mi columna Club de Ejecutivos.
No voy a referirme a los epítetos que me endilga; no vale la pena entrar a refutar los términos que utiliza pretendiendo ofenderme, siendo que además de precipitados, son consecuencia de una mala interpretación de lo escrito y algo que me dicen es común en él: irritabilidad y carácter pendenciero.
Deseo precisar a quienes me leen el sentido del artículo, lectores que quizá sean pocos pero que gracias a la diatriba inmerecida de Ll. de la F. me están comenzando a conocer. Estoy seguro de que si el Director, Editor y Asistente de éste me permiten escribir en El Nuevo Siglo con mi estilo entre irónico y serio, satirizando pero no irrespetando, y no “colgaron” esa columna, fue porque no encontraron ofensa alguna ni a la memoria de Carlos Lleras Restrepo ni a la dignísima majestad de su delfín.
He sido admirador del Presidente. Leí las Crónicas de mi propia vida y me deleitaba con sus artículos en Nueva Frontera ya sea con su firma o con la del “bachiller Cleofás Pérez”. Fui de los que me acosté temprano esa noche de abril de 1970.
A mi contradictor, sin excusarme de una falta que no he cometido, le leía sus comentarios en el diario que dirigió, los que firmaba con sus iniciales. Su estilo picante, sus respuestas irónicas por radio o televisión, con ese sentido del humor negro de los “cachacos” de la Candelaria me divertían. En ellos y ellas no utilizaba el agresivo estilo que emplea para referirse a mí.
Lo de “dudosas” importaciones no es una ofensa, pues escribí que fueron “mal presentadas” por el senador samario, lo que demuestra que esa equívoca presentación tenía implícitas que no eran justificadas. Igualmente expresé que los “aparentes” visos de ilegalidad no quedaron ni documentados ni clasificados ante la historia. ¿Acaso hay alguna mala fe de un “presunto” delincuente, como me califica él sí atrevidamente, o más bien una lectura con problemas de interpretación por cuenta de un peleador por naturaleza?
Son escritas por un “tal” Hernando De la Rosa, manifiesta en forma omnipotente, término que no me avergüenza ya que ni soy famoso ni he heredado la prosapia y el linaje suyos, pero sí le puedo asegurar que mis ascendientes y sus actividades, salvo el hecho de haber ejercido su padre la Presidencia, no desmejoran en nada frente a las de él y los suyos.
Comillas. A manera de anécdota refiero que siendo Director Regional de Proexpo, en el año 73, asistí a un evento del Banco Francés e Italiano, de la cual, si no estoy mal el ya ex presidente era asesor o directivo. Guardaba silencio ante el gobierno de su sucesor por lo que yo le dije en medio de unos contertulios: “Doctor Lleras su silencio lo escucha todo el país”. Unos años después, en una reunión con él en su casa de la calle 70, acompañado de mi madre que deseaba le autografiara el libro De Ciertas Damas, me sorprendió manifestándome que recordaba ese hecho.
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